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El éxito en los negocios como todos sabemos, no es algo que caiga del cielo, es algo que sólo se consigue a base de mucho trabajo y esfuerzo, no se debe caer jamás en el desánimo, aún cuando la incertidumbre llegue a niveles máximos, hay que tener constancia, perseverancia y tesón.
En ocasiones, sólo en ocasiones, el éxito se ha alcanzado por golpes de suerte, pero personalmente creo de manera firme, que la suerte puede ser buscada a conciencia.
Basta con hacer todos los trabajos previos de manera correcta y concienzuda, como si en ello nos fuera la vida. Hay que ser constantes y poseer el coraje suficiente para ello.
Te voy a contar una historia…
Allá por el año 1850 en un pueblo de los Estados Unidos, sumidos en plena fiebre del oro, un granjero encontró una beta de oro en sus tierras. El señor no daba crédito a sus ojos, ¡oro! ¡oro!, ¡He encontrado oro!.
Fue a contárselo a sus vecinos del pueblo, para que juntos pudieran invertir su dinero y trabajo para explotar su nuevo yacimiento.
Cada uno aportó lo que poseía, y realizaron las inversiones necesarias para la compra de explosivos y herramientas para la explotación del preciado oro.
Sus vidas cambiaron de manera radical, se convirtieron de la noche a la mañana en ricos terratenientes e influyentes, sus riquezas se multiplicaban diariamente y se permitían vidas que jamás hubieran soñado.
Un buen día, el nivel de producción comenzó a menguar, nadie se preocupó y continuaban como si nada ocurriese, hasta que finalmente la beta de oro se agotó por completo, sólo sacaban material inservible para ellos, y así estuvieron durante meses y meses.
Sus riquezas se agotaban, los trabajadores presionaban y sus deudas los asfixiaban, hasta el término que muchos de ellos se suicidaron. Así que decidieron dar fin a las excavaciones y cerrar la mina.
Unos inversores interesados en la mina, llevaron un equipo de especialistas a la galería donde se extraía el oro, y uno de ellos advirtió a su jefe, -Señor, a un metro se encuentra una beta mucho mayor de la explotada anteriormente-, y compraron la mina y los terrenos a un precio muy bajo.
Se reanudó el trabajo en la mina, y ¡efectivamente!, a pocos centímetros de donde se excavó por última vez, encontraron ¡oro!, el preciado oro.
¿Qué les faltó a los primeros dueños de la mina?, constancia, perseverancia y tesón.
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